I'll just be sitting here, listening to her voice, analizing all the forms and shades that she can do with her amazing voice, loving her, listening to all the dark zones that she leaves.
Ad·Adele.
sábado, 9 de agosto de 2014
miércoles, 6 de agosto de 2014
Dos manos, una garganta y dos pies.
Tengo dos manos y una garganta con las que paso más tiempo que conmigo misma.
Tengo dos manos que se confunden entre el blanco y el negro, que a veces no saben qué tocar, y otras, se deslizan al compás. A veces se confunden, otras, aplastan las teclas como si se tratase de ladrillos.
Tengo una garganta que no sabe ni en que tesitura vive, que a veces desafina, otras entona, e incluso a veces hasta a mí me deja sorprendida.
Tengo dos pies, el derecho toca el apagador con tanta sensibilidad que a veces la pierde. Tengo un pie que a veces se desliza del pedal haciendo un ruido brusco y desagradable. También tengo un pie izquierdo deseoso de tocar la sordina pero que en pocas ocasiones uso.
Tengo un piano y mil partituras por tocar y podría hacerlo por el resto de los tiempos.
Tengo un piano al que le declaro mi amor incondicional cada día, a veces se lo digo bajito, otras más fuerte, otras en silencio, otras con una simple mirada o caricia.
Y como una relación de amor verdadero esto nunca acabará.
Tengo dos manos que se confunden entre el blanco y el negro, que a veces no saben qué tocar, y otras, se deslizan al compás. A veces se confunden, otras, aplastan las teclas como si se tratase de ladrillos.
Tengo una garganta que no sabe ni en que tesitura vive, que a veces desafina, otras entona, e incluso a veces hasta a mí me deja sorprendida.
Tengo dos pies, el derecho toca el apagador con tanta sensibilidad que a veces la pierde. Tengo un pie que a veces se desliza del pedal haciendo un ruido brusco y desagradable. También tengo un pie izquierdo deseoso de tocar la sordina pero que en pocas ocasiones uso.
Tengo un piano y mil partituras por tocar y podría hacerlo por el resto de los tiempos.
Tengo un piano al que le declaro mi amor incondicional cada día, a veces se lo digo bajito, otras más fuerte, otras en silencio, otras con una simple mirada o caricia.
Y como una relación de amor verdadero esto nunca acabará.
lunes, 4 de agosto de 2014
Somos dos.
Somos dos, aunque tú vayas en tu coche y yo en el mío, somos dos.
Dos imbéciles con gafas de sol atravesando un túnel, con ganas de más, y de esos que siempre echan de menos aunque vivan el momento.
Somos de esos que son buenos en tiempos cortos y distancias cortas pero que cuando se alejan son asustadizos en perder el control de la situación.
Somos esa clase de dos, tú en tu coche y yo en el mío. Conduciendo por un túnel que ambos sabemos que tiene fin y que nos lleva a algún sitio.
Somos esa clase de dos, tú en tu coche y yo en el mío. Conduciendo por un túnel que ambos sabemos que tiene fin y que nos lleva a algún sitio.
Lo que no sabemos es el cuando ni el donde. Pero eso a nosotros nos da igual, porque somos esa clase de dos que se deja llevar.
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