Tengo dos manos que se confunden entre el blanco y el negro, que a veces no saben qué tocar, y otras, se deslizan al compás. A veces se confunden, otras, aplastan las teclas como si se tratase de ladrillos.
Tengo una garganta que no sabe ni en que tesitura vive, que a veces desafina, otras entona, e incluso a veces hasta a mí me deja sorprendida.
Tengo dos pies, el derecho toca el apagador con tanta sensibilidad que a veces la pierde. Tengo un pie que a veces se desliza del pedal haciendo un ruido brusco y desagradable. También tengo un pie izquierdo deseoso de tocar la sordina pero que en pocas ocasiones uso.
Tengo un piano y mil partituras por tocar y podría hacerlo por el resto de los tiempos.
Tengo un piano al que le declaro mi amor incondicional cada día, a veces se lo digo bajito, otras más fuerte, otras en silencio, otras con una simple mirada o caricia.
Y como una relación de amor verdadero esto nunca acabará.
No hay comentarios :
Publicar un comentario