domingo, 8 de marzo de 2015

Querido (des)conocido:

Debería aclararte algo de lo que creo que no eres consciente. Que seamos amigos en Facebook no es similar a la relación de amistad en la vida real. Solo digo, que si llevamos unos 10 años sin hablar, ni vernos, no me etiquetes en una foto como si no pasara nada. 
Estoy bien, y puede que sepas más de mi que yo de ti, pero, muchas veces me da por pensar, que si murieras hoy, yo probablemente no me enteraría en mucho tiempo, lo cual es triste, pero es algo que tú has conseguido.
También me he dado cuenta la injusticia del poder de tu palabra por el mero hecho de que compartamos ADN. Me escribes tres líneas de felicitación y aunque no sean más de tres líneas significan mucho más que eso por el simple hecho de que eres mi padre, aunque hayas acabado siendo un simple conocido.
Ya dejé de escuchar al universo, porque hubo una época en la que el universo me gritaba que arreglara lo que yo No rompí, lo escuché, lo analicé, te juro que estuve a punto, lloré. Pero jamás lo hice, y ¿sabes qué? No creo que lo haga.
Yo no rompí nada, a mi me hicieron el roto, y lo cosí como bien pude. El roto sigue estando, me sigue importando, y no está bien cosido ni nunca lo estará, pero he aprendido a vivir con él, a saber que es una marca que me define como otras muchas. Sin embargo creo que nunca usaré un parche para tapar ese descosido.
Hablando de arreglar, y planteándome el hecho de volver a hablarte y "perdonarte", me pregunté que si merecía la pena, que si realmente estaría bien con ello, que si saldría ganando. Todo eso fue negativo y lo he aceptado pero miro el roto y no me apetece descoserlo, olvidarlo y volverlo a coser bien, ¿sabes?
Mi mejor amigo perdió a su padre, y realmente me pregunto si me encuentro en su misma situación, es decir, yo también te perdí de alguna forma, más bien, te perdiste, y creo que sigues perdido, espero que te encuentres sinceramente lo espero, que seas realmente feliz.
Tampoco me tomes mucho en cuenta, simplemente soy esa hija, ya mayor de edad a la que un día dijiste adiós por teléfono, y al parecer, para siempre.
Hay millones de cosas que siempre te quise decir y que no pude, o no tuve el suficiente valor de soltar, por eso escribo.