sábado, 25 de enero de 2014

Y allí se quedó.

Y allí se quedó.
Pasé por la calle de enfrente la miré a los ojos y quería saludarla, pero de repente oí "no mires y sigue adelante" No bajé la mirada, seguí mirándola hasta que un coche me tapó la vista, luego miré hacia abajo pensando en el por qué.
¿Debía obedecer? Por qué siempre salía de su boca un "yo siempre saludo a todos aunque me caigan mal"

Más tarde, lo miré, cruzamos las líneas blancas de la carretera y me paré en seco, me dí la vuelta y lo ví, en la otra acera, más lejos aún que ella, parado al igual que ella, mirándome al igual que ella, me quedé sin aliento y sin pensamiento, y sin saludar ni gesticular hice lo que él mismo me ordenó antes, seguí adelante, y allí se quedó.


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